jueves, 7 de octubre de 2010

AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE COMO REGIÓN

América Latina y el Caribe (ALC) se aprontan para alcanzar los niveles de crecimiento que disfrutaron antes de la crisis financiera mundial, cimentando de esa manera una recuperación sólo sobrepasada por la de Asia. En línea con el último pronóstico de consenso, se espera que la región crezca a una tasa promedio de 5,4 por ciento; algunos países, como Brasil, Argentina y Perú, superarán la marca de 7 por ciento, y otros, como Uruguay y Paraguay, promediarán 6 por ciento.

Recuperándose rápidamente del devastador terremoto de febrero, se espera que Chile crezca 5,1 por ciento, mientras que un grupo de países que incluyen a México, Colombia y la República Dominicana estarán ligeramente por encima de 4 por ciento. El crecimiento en América Central y el Caribe será mucho menor, permaneciendo en alrededor de 2-3 por ciento, de acuerdo a cálculos del Banco Mundial. La crisis económica mundial que azotó a la región en 2008 puso el freno a cinco años consecutivos de fuerte crecimiento económico que promediaron 5,3 por ciento durante el período 2003-2008.

El rápido rebote de ALC tras la peor crisis de las últimas décadas puede atribuirse a varios factores, entre ellos instituciones más fuertes, una integración más inteligente en los mercados financieros internacionales y una bonanza en las exportaciones de materias primas hacia las economías emergentes de Asia –China en particular.

La llamada 'conexión china' se ha convertido en un factor clave para la recuperación y el crecimiento de la región; la participación de ese país en las exportaciones de materias primas se multiplicó por diez desde 1990 (desde 0,8 por ciento en 1990 a 10 por ciento del total de las exportaciones de materias primas en 2008).

Además, ALC deja atrás la crisis con un balance general muy firme. La región se benefició de la solidez de sus fundamentos económicos, que incluyen mejoras en los marcos macroeconómicos y de política financiera que ayudaron a estabilizar sus economías. En crisis anteriores, factores diversos como monedas débiles, procesos fiscales y sistemas bancarios sirvieron para agrandar los impactos externos.

Varios países latinoamericanos fueron capaces de implementar políticas contracíclicas, en especial paquetes de estímulo fiscal, por primera vez en décadas. La efectividad de estas políticas pudo mejorarse mediante la provisión a gran escala, de manera flexible y a tiempo, de liquidez y financiamiento para respaldo presupuestario proveniente de instituciones multilaterales.

A comienzos de 2010, las reservas internacionales de ALC eran más de tres veces la cifra de hace cinco años, permitiéndole a la región convertirse en un acreedor neto del resto del mundo. Revirtiendo el papel que jugó a lo largo de décadas, ALC dejó de ser un gran prestatario de los mercados financieros internacionales.

A pesar del temor inicial, el costo de la crisis en el nivel de empleo regional fue menor al esperado. Mientras que en algunos países el desempleo, la informalidad y el salario real mantuvieron la tendencia previa a la crisis, en otros estos indicadores experimentaron un deterioro, variando desde un ligero cambio hasta una regresión sustancial. México y Costa Rica sufrieron los mayores aumentos en el nivel de desempleo, de 1,7 a 3 puntos porcentuales, mientras que países como Brasil, Perú y Uruguay vieron como su nivel de desempleo disminuía o se estancaba.

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